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Que todo cambie, para que todo siga igual.
16/07/2017 Autor: Revista Panal
“Democracia es una superstición muy difundida, un abuso de la estadística": Jorge Luis Borges.

NUESTRA ÉPOCA

Por Noé Aguilar Tinajero

Que todo cambie, para que todo siga igual.

“Democracia es una superstición muy difundida, un abuso de la estadística": Jorge Luis Borges.


No cabe duda que las elecciones que se organizan en México cada tres o seis años, son definitivamente una farsa. Todo el sistema electoral absorbe grandes sumas de dinero de los impuestos de los mexicanos, los institutos electorales, los tribunales y los partidos políticos, todos disponen de ese dinero público para su sostenimiento. Todos mantienen una planta de burócratas de manera permanente, pero el presupuesto aumenta durante los procesos electorales. Los organizadores de las elecciones son los institutos electorales; los tribunales electorales los árbitros y los partidos políticos, los jugadores. Es de suponerse que todos realizan un trabajo en favor de la población mexicana, por eso se mantienen con fondos públicos.


Y es una verdadera farsa porque de acuerdo con las leyes, así están aprobadas por la mayoría de los legisladores, las autoridades titulares tanto de los Institutos Electorales (INE federal y en cada estado -organizadores-) como los magistrados electorales (árbitro) son propuestos por el titular del Poder Ejecutivo. En algunos casos en "consenso" con los partidos políticos, quienes también tienen una "cuota" de poder en los diversos organismos. Entonces, ¿a quién cree usted que obedecen los consejeros y magistrados electorales?, pues a quien los puso ahí, el titular del poder ejecutivo.


Y esto que sucede en aspectos electorales, también se da en el nombramiento de magistrados del tribunal superior de justicia, en la justicia administrativa, de transparencia y en todos aquellos entes que se han venido inventando, cada vez más. Y en otros casos como el nombramiento de los Notarios Públicos, ahí si de plano, el Gobernador de cada estado nombra a quien se le da su real y regalada gana. Ahí aprovecha para pagar favores recibidos, principalmente, de los dirigentes de partidos políticos. De hecho, todas las instituciones públicas se encuentran secuestradas por el sistema priista, hasta las que tienen como propósito el velar por el correcto y equitativo desempeño del proceso electoral.


A esto se debe que en una elección todo el sistema, en este caso priista, se dedique a proteger a los candidatos del PRI. Todo el aparato burocrático trabaja para que este partido no pierda la elección; consejeros electorales estatales y nacionales; magistrados federales y de circuito; secretarios técnicos; asesores, etc. A eso se le llama una elección de estado. En el Estado de México acabamos de ver a todo el aparato burocrático volcado a la defensa de quién en las urnas perdió la elección. Los votos que tuvo, todos fueron comprados o comprometidos.


El pasado 4 de junio, los mexiquenses y los partidos políticos fuimos testigos de una de esas elecciones de estado. Las pruebas están a la vista, están narradas en los medios de comunicación, están denunciadas ante las autoridades electorales. Algunas de estas pruebas irrefutables son: la presencia en casi todos los rincones del territorio mexiquense de funcionarios estatales y federales durante todo el proceso electoral, haciendo uso indebido de la entrega de los programas sociales, la notable cooptación del voto con dinero, despensas y dádivas, la intimidación y la amenaza a los empleados públicos. Bueno, hasta las propias declaraciones del candidato del PRI, presumiendo que él podía a placer solicitar a los Secretarios de Estado que dejaran de hacerle campaña si él así lo solicitaba.


Sería muy interesante entonces, saber a cuanto ascendió el gasto real en esta elección. El gasto de los partidos políticos; de los órganos que organizaron la elección; de los tribunales, y además los gastos adicionales al financiamiento público. Y no se diga la gran cantidad de dinero sucio que utilizaron algunos partidos y que las autoridades son incapaces de detectar en cada campaña.


Al respecto valdría la pena hacer algunas reflexiones: ¿Qué validez moral tendrá Alfredo del Mazo como gobernador, sabiendo que no ganó decentemente la elección? ¿Qué obligación siente este próximo gobernador hacia los Mexiquenses? ¿Con qué cara habrán de reclamar la actuación de un mal gobierno, las personas que se prestaron al juego sucio y las que no fueron a cumplir con su deber cívico de votar? ¿Cómo entienden la ética los brazos azules que desde el PAN le ayudaron a Del Mazo a "ganar"? ¿Cómo explica Eruviel Ávila los nombramientos de Notarios, otorgados como "cuotas de poder" a personajes de otras entidades federativas, a amigos suyos y a recomendados de dirigentes de otros partidos políticos? ¿Qué opinan al respecto, el Colegio de Notarios y los Colegios de abogados?


Por estos motivos y muchos otros, yo aseguro que toda la política, por lo menos en el Estado de México, es una vil farsa a costa de los intereses de los Mexiquenses. ¿No sería mejor para todos que los partidos políticos se pusieran de acuerdo y juntos nombraran a los servidores públicos de elección? Nos ahorrarían a todas grandes sumas de dinero y tal vez así, tendríamos mejor calidad de vida. ¿Para qué tanta faramalla, si al final seguimos igual o peor que antes?

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