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Noticia Panal

Creencias irracionales

En días pasados tuve la oportunidad de impartir una conferencia sobre el poder que tienen los pensamientos en el comportamiento humano, a médicos, enfermeras y personal del hospital del IMSS regional 200 de Tecámac, Estado de México. Aprovecho este medio para agradecer la oportunidad de poder expresar algunos conceptos sobre cómo es que los pensamientos, sobre todo irracionales, afectan nuestra vida y no nos damos cuenta. Vamos por la vida creyendo de manera egoísta que el cuerpo humano fue el creador del cuerpo, y según estudios científicos, se ha comprobado que no fue así, sino que la mente es la creadora de todo lo existente en la fase de la tierra, incluyendo al cuerpo que cada uno de los más de 7 mil millones de seres humanos tenemos. A los humanos nos hace falta abrir nuestra mente y estar dispuestos a romper los paradigmas que nos han sido heredados a través de varios siglos por nuestros progenitores, por maestros, religiosos, medios masivos de comunicación y por la cultura del medio ambiente donde nos tocó nacer y donde crecimos y nos desarrollamos. La mente humana es la creadora de todo lo que ves a tu alrededor, todo lo material existió primero en la mente de alguien, todo lo humano existió primero en la mente de sus creadores y se desarrolló gracias a tu propia mente. ¿De qué otra manera se explica que cada uno de los seres humanos somos únicos e irrepetibles?


Todo esto quiere decir que los pensamientos emitidos por la mente son los responsables del tipo de vida que cada uno ha tenido durante su existencia. Si nuestra vida ha estado llena de éxitos, triunfos, armonía, felicidad, saludable, paz, abundancia y tranquilidad, ha sido por el tipo de pensamientos que estamos emitiendo. Pero si ha sido una vida llena de fracasos, violencia, sinsabores, conflictos, desanimo, intranquilidad, depresión, ansiedad, escasez, también ha sido nuestra responsabilidad. De modo que hemos sido nosotros mismos los que hemos creado las condiciones de vida que ahora tenemos, no hay más responsables. Sucede que cuando las cosas no van bien culpamos a las personas más cercanas a nosotros, al propio gobierno, y a veces hasta a los acontecimientos de la misma naturaleza. Pero cuando nos va bien, entonces decimos, regularmente, que se debe a nuestras habilidades, a nuestras capacidades, inteligencia y a nuestra “buena suerte”. Cuando nos ha ido bien, la mayoría, nos olvidamos de agradecer a Dios y a las personas que nos han ayudado orientado en nuestro tránsito por la vida. Quiero aclarar, para que ninguna religión me vaya a reclamar, que cuando yo hablo de Dios no me refiero a un ser en específico, me refiero a esa energía divina, infinita, indeterminada y maravillosamente poderosa que sostiene a todo en el Universo.

Cuando el sacerdote jesuita argentino Jorge Mario Bergoglio “Francisco” fue nombrado Papa por la Iglesia Católica y aun no habiendo tomado posesión del cargo, dio una conferencia de prensa en la cual varios periodistas, sobre todo no católicos, lo increparon fuertemente sobre las faltas de los sacerdotes católicos y la protección que los papas hacen aduciendo que Dios protege a la Iglesia Católica. Inteligentemente el Papa Francisco le salió al paso diciendo: “Dios no es católico” y enseguida mencionó que en el mundo hay poco más de 4,200 religiones y que el número de las extintas es verdaderamente incalculable, y que todas se adjudican a un Dios como suyo. En ello coincido con el Papa Francisco y creo que uno de los principales problemas que tenemos los seres humanos es que las religiones nos han enfrentado, han creado odio y división entre nosotros y en su nombre, desdeñado la vida humana, los muertos se han dado por millones. Solo por la imposición de la religión cristiana se tienen datos de más de 42 millones de seres humanos sacrificados.


Sin embargo, el objetivo de este artículo no es precisamente hablar de los “pecados” de las religiones, más bien se trata de analizar comprender como hemos sido manipulados por la cultura religiosa colocándonos en una situación de competencia entre nosotros. Eso ha traído como consecuencia que mantengamos una actitud de defensa y de actuación individualista, desconfiando de todos, y buscando el logro de nuestros objetivos, pasando por encima de los derechos y de la dignidad de los demás.


Vivimos o sobrevivimos separados unos de otros, cargados de miedos debido a nuestra inseguridad y a nuestros pensamientos irracionales. Tenemos miedo a la crítica, al que dirán; miedo a la pobreza; miedo a la enfermedad: miedo a la vejez, miedo a la muerte; miedo a la entrega total, al amor y miedo también a la soledad. Estos siete miedos básicos nos impiden comunicarnos con nosotros mismos, nos mantienen a raya. Nos pasamos la vida mintiendo, repitiendo patrones de conducta que amplían nuestras limitaciones. Vivimos dormidos, hipnotizados, como estatuas parlantes que no decimos nada, cada quien interpreta las cosas como quiere y como puede. Por eso albergamos en nosotros 11 creencias básicas, mismas que nos refiere el Psicólogo Conductista Albert Ellis (1913-2007), a las cuales he de referirme en próximo artículo. Por lo pronto solo diré que esas 11 creencias se clasifican en tres grandes grupos. Las que se refieren a la relación que las personas tienen consigo misma (exigencias con uno mismo); las exigencias de uno con las demás personas (exigencias a los demás) y las exigencias que guarda en su relación con el mundo, con la vida, con Dios.